"pel cor es coneix la veritat, en el cor reposa la veritat"

"pel cor es coneix la veritat, al cor reposa la veritat"
... diu Raimon Panikkar al proleg dels Upanisads
(Escrits del coneixement sagrat de l'Índia)

lunes, 9 de mayo de 2016

NO ERA PARA MÍ... MARATÓ DE MONTSERRAT 2016 (by Marije)

Hace meses que nos habíamos inscrito a la carrera, creo que fue en enero. Después de mirar fechas en el calendario, para que pudiéramos coincidir, elegimos esta carrera. Tenía que ser una de más de 42 km y más de 2000 metros de desnivel positivo, y la carrera elegida por nosotras fue: LA MARATO DE MONTSERRAT 2016, EL DIA 8 DE MAYO.

Mas allá de la distancia y el desnivel no habíamos mirado cuando nos inscribimos, hasta hace mas o menos unas 5 semanas antes de la carrera. Al leer toda la información en la página web, nos dimos cuenta que la carrera tenía unos cortes, para ser exacto tenía 6 en total. Yo personalmente casi me caí de mi silla al ver los cortes y empecé a calcular y estudiar la carrera con una intensidad que no era normal en mí. Para poder correr nuestro objetivo de este año, La Vuelta al Aneto, cada corredor tiene que acreditar una carrera (del 2016, 2015 y 2014) de más de 42 km y más de 2000 de desnivel positivo. Yo podía acreditar dos carreras del 2014, pero Silvia no lo podía, y tenía que terminar la Marato de Montserrat si o si.

Lo mas que se acercaba el día de la carrera, mas nerviosa me puse solo pensando en los cortes. Me conozco muy bien, como corredora, y sé que las subidas no son mi punto mas fuerte, y que necesito tiempo para entrar en un modo cómodo de correr/caminar y afrontar la carrera. Silvia es contraria a mi, ella empieza, arranca bien y sube con mucha mas facilidad que yo. Hablamos, intercambiamos whatsapps, emails, hablamos otra vez, y decidimos mutuamente que esta carrera la haremos solas, en vez de hacerla juntas y correr el riesgo que yo la ralentizaba demasiado a Silvia y que ella no llegara bien a los cortes. Ella a su bola y yo también……

El día anterior a la carrera las chicas, Elena, Silvia y yo, nos ponemos de acuerdo en que color pintar las uñas. Sera un rojo vivo, para alegrar el día de la carrera. Porque vaya día que nos espera…. Previsión de lluvia, por lo cual nos preparamos la mochila de la carrera, con al menos un chubasquero y todo en bolsitas de plástico.

Domingo, 8 de mayo, las 4:30, me despierto, pero no por el despertador, pero de los nervios. Jolin, me queda media hora para dormir, pero me resulta imposible coger el sueño otra vez. Me levanto y empiezo a prepararme para la carrera. A las 6 recojo a Elena y Silvia y vamos de camino a Collbato. Al acercarnos con el coche vemos a la montaña mágica envuelta en unas nubes que nos avisan ya de las condiciones meteorológicas que nos vamos a encontrar. No sé qué pensar. No sé cómo será la carrera. Los días de una carrera siempre estoy contenta, tengo ganas de hacerla, y tengo los nervios a tope. Hoy es distinto. Tono llego unos 5 minutos mas tarde al parking que nosotras, y ya estamos los cuatro del COR completo. Después de recoger el dorsal, tomar un cafetito e ir al lavabo nos dirigimos a la salida.

Una vez en la salida, me olvido de las tácticas que habíamos hablado unos días antes, la táctica de colocarnos delante en el cajón de salida (que nunca hago), la táctica de no parar en los primeros dos o tres avituallamientos porque llevo todo el agua y la comida en mi mochila. Los nervios me tienen en un estado que no se ni como describirlo. Voy a dar todo, voy a saco y tendré que arrancar mas rápido de lo normal, lo cual me va a costar mucho. Si no hago eso, no llegare ni al primer corte de las 09:30. La salida es a las 8 en punto, y salimos disparados. Cogemos un ritmo alto al salir, lo cual me tiene con la lengua fuera ya desde el principio. Veo a Silvia que me mira de vez en cuando, y pienso: no nos vamos a ver mucho en esta carrera. Y efectivamente fue así. Acabo de unos 20-25 minutos de salir, le indico con la mano que siga su ritmo y que no me espere. Me mira con una cara preocupada, le digo que estoy bien y que tire.

Se fue…. mi compañera y amiga de entrenos y carreras, se fue… Sola… En búsqueda de llegar a tiempo a la meta para poder acreditar la carrera para nuestro objetivo final de este año. La vi subir y subir, con su paso alegre y ligero, mientras yo luchaba ya contra mí misma. Luchaba contra la salida disparada, contra la subida, contra la lluvia, y sobre todo contra la hora y media que tenía para llegar al Monasterio de Montserrat. Al subir al Pla de Sant Miquel, me paso una infinidad de veces por la cabeza que no iba a llegar al corte, y mentalmente no me ayudó mucho este pensamiento. Sabía que iba como una de las ultimas en la carrera, lo cual no me importaba. Lo que era importante era llegar al corte, y después al siguiente.

En el Pla de Sant Miquel había un avituallamiento, lo cual pase sin parar y empezaba la bajada al Monasterio, como suelo hacer en bajadas, con un paso acelerado y disfrutándola. Llegué al Monasterio, y no vi a nadie de la organización. ¿Dónde esta el corte, quien controla la hora? No había cartel, al menos no la vi. Sin parar empece a subir las 1200 escalas que me guiaron hasta lo más alto de Montserrat el pico de Sant Jeroni. Seguía lloviendo y me puse el chubasquero de mi marido. Así lo tenía cerca de mí, mi marido y mi hija, mis apoyos morales e incondicionales, que me habían dicho de esperarme en la meta en Collbato. Llevaba un rato subiendo las escaleras al escuchar otro corredor detrás de mí. Le dije que, si quisiera adelantar, que le dejaría pasar sin problemas, y la respuesta sorpresa fue: soy la escoba….

Yo y la escoba … un rato amable de correr con una persona desconocida que me iba animando que llegaría a tiempo al siguiente corte. Que persona mas maja, y que bien me fue tener a alguien con quien poder hablar un ratito. Llegue a la ermita de sant jeroni, y allí empezaba la última subida antes de llegar al segundo corte. Y que sorpresa encontrarme a Elena y Tono, bajando de Sant Jeroni, cuando yo subí. Nos chocamos las manos, deseándonos suerte y seguimos nuestros caminos. El punto más alto de la montaña mágica, Sant Jeroni, estaba escondido entre las nubes. Hacia viento y la lluvia no paraba. Subir subir subir, dar la vuelta y bajar bajar bajar.

Según mi reloj, me quedaban unos minutos antes de llegar al segundo corte, y así fue, me quedaban 5 minutos otra vez, antes del cierre del corte. El voluntario me dijo que iba muy justo y me preguntaba si quería seguir. ¡SI, quería seguir!!! Quería intentar apretar en las bajadas para acercarme un poco a Silvia, aunque era casi imposible. Quería terminar la carrera, quería de todo, menos parar en este momento. Empecé una bajada, lleno de barro, rocas resbaladizas, un corriol estrecho sin final. La primera caída fue en una roca, me hice daño en la mano, un corte en un dedo, y rascadas en las piernas. Me levanté y seguí. La segunda caída fue un resbalo en el barro y me caí de culo. Me levanté y seguí. Ya no tenía ningún trocito de ropa limpia donde limpiarme las manos, que las llevaba llenas de barro. Me caigo otra vez, de culo otra vez, y me quedo sentada un ratito reflexionando la situación en la cual me encuentro. Me empiezo a venir abajo, tengo frio, estoy mojada, no me veo llegando con tiempo a los cortes. Bajo de culo, en muchas ocasiones y me empiezo a agobiar y frustrar. En este estado de desmotivación total llego al avituallamiento del km 15. Un avituallamiento en el medio del bosque, lejos de un camino normal, lejos de un sitio donde esconderte para la lluvia, lejos de todo. Allí me cruzo con dos chicos, mojados de arriba hasta abajo, dos chicos que se convirtieron en mis amigos de la vuelta a la meta. Allí decido que no quiero seguir así, que voy demasiado justo para los cortes. Allí decido que abandono. Lloro en silencio, para no mostrar mi frustración al tomar esa decisión. Allí, en el km 15, abandono…

¿Qué hago? ¿Cómo es eso de abandonar en una carrera? ¿A quién se lo tengo que comunicar? Me pasan muchas preguntas por la cabeza. Antes de buscar las respuestas, le mando un mensaje a mi marido, para decirle que he abandonado. También mando un mensaje al chat que tengo con Maite y Silvia y les digo emocionada que he abandonada y que nos vemos en la meta. Maite, como en casi todas las carreras que hago, nos hacia un seguimiento por whatsapp durante la carrera. Ella es nuestra entrenadora y quería saber cómo nos iba la carrera. Es una pieza clave en las carreras de larga distancia, ya que anima, aconseja y en esta carrera me confirmo que había tomada la decisión correcta. En cuanto tengo cobertura móvil otra vez, me llegan sus mensajes tranquilizadoras y animadoras. Una voz de conciencia, unas decisiones sabias, unos consejos prácticos, pero sobre todo la confianza demostrada desde el principio de la aventura que se llama La Vuelta al Aneto. Ella estaba convencida que yo iba a llegar bien a los cortes, y yo tenía mis dudas hasta el momento de la salida de la carrera. Me siento como si lo hubiese decepcionado, aunque sé que ella nunca se lo tomara así.

Los voluntarios nos indican como tenemos que volver a la meta, desde allí. Iba a ser toda una aventura. Bajando por un torrent, siguiendo las fitas, hasta llegar a un cartelito que indicaba el camino, y después seguir la cinta amarilla en dirección contraria. Bajando al avituallamiento del km 29. Esa bajada es la subida del km 29 al km 31. Nos encontramos con los corredores que harán esta carrera en 5 horas o menos. Algunos sin chubasquero, la mayoría sin palos, y todos fuertes de cabeza y de piernas. Que admiración. Llegada al km 29 le comunico otra vez a una voluntaria que abandono la carrera, y seguimos una pista forestal de 3 kms al pueblo. Justo antes de llegar al pueblo, Silvia mande un mensaje, que me hace llorar. Emocionalmente estoy hecho un desastre en este momento. Llamo a Maite, lloro un buen rato, y hablamos de mi decisión, que es la correcta, y me da los ánimos que necesito en este momento.

El vínculo que tengo con Silvia va más allá de solo entrenar algunos días a la semana. Siempre hemos dicho que nos complementamos en las carreras. Cuando una se viene abajo, la otra le anima y seguimos el camino hacia la meta. Esta carrera era un entreno para nuestro objetivo final de este año, La Vuelta al Aneto en julio 2016. Una carrera que nos tiene ocupada, con gusto, mucho tiempo libre. Entrenamos de noche, de mañana, corriendo y en bici.  La mayoría de las carreras las hacemos juntas, porque nos encontramos a gusto corriendo juntas. El hecho de que me puse tan triste era por no saber cómo le iba la carrera, de no poder apoyarle si se venía abajo, de no poder disfrutar de la carrera con ella, y de no poder cruzar la meta juntas. No dudaba en ningún momento de ella. Ella iba a conseguir llegar a tiempo a los cortes y entrar gloriosamente en meta. Sabía que ella podría acreditar esa tan deseada carrera para nuestro objetivo. Mi abandono le afectó a ella, a mí y a Maite, emocionalmente, por todo lo que ya hemos pasado en los últimos meses en nuestro camino hacia La Vuelta al Aneto.

En alguna otra carrera me había pasado por la cabeza de abandonar, de no seguir, de tirar la toalla. Nunca lo hice, porque siempre encontré la fuerza mental para seguir adelante, para sacar la energía de terminar la carrera. Me considero una persona fuerte, tanto físicamente como mentalmente, pero hay días que tanto el cuerpo como la cabeza no dan para más. Emociones nunca antes vivido, sensaciones cuando iba corriendo/caminando, que no conocía, lo cual me hizo reflexionar la importancia personal de llegar o no a la meta. No pudo ser. Domingo 8 de mayo fue así. Abandone a tiempo en una carrera. No era para mí…


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